"Hoy ha hecho frío, días como este pienso en el loco Henry"
Uno de los problemas sociales en todas las ciudades es el crecimiento de personas sin hogar, vagabundos, huérfanos y los llamados "locos". En esta última categoría el miedo a revivir situaciones traumáticas han provocado en estas personas un rechazo a volver a intentar llevar una vida laboral y a rehacer relaciones familiares y sociales. Los locos son aquellos que han perdido la razón.
En Lima, este problema no es la excepción. En cada vecindario podemos encontrar a un loco, claro está que tienen etapas diferentes. En mi vecindario tenemos a Henry conocido también como “El Loco Henry”, un hombre de unos 50 años con poco pelo, un bigote y una barba puntiaguda blanca. Su rostro está quemado por el sol, en su frente se hallan algunas arrugas y marcas de peleas callejeras. Tiene una contextura gruesa y viste un polo viejo y sucio, unos shorts rotos que apenas le cubren y unos zapatos desiguales que seguro encontró en la basura.
Cada mañana visita la estación de Buses y se sienta a esperar. Perdido en el tiempo, mirando los autos pasar, contando los minutos y las horas. Su personalidad es imaginativa, como si fuera un niño actúa sin pensar y dice lo primero que viene a su cabeza. Pasa los días mirando al cielo, riendo y gritando. Le gusta asustar a los extraños y espera que sus vecinos se compadezcan de él. Tiene un perrito mestizo blanco que lo cuida. Y al observarlos me doy cuenta que aún en la pobreza, cuando no tienes ni un sol para comprar un pan puedes disfrutar de una amistad. Estos dos amigos son almas libres que pasean en su propio mundo, persiguiendo a las palomas y aullando en la noche.
"Hoy ha hecho frío, días como este pienso en el loco Henry"¿Cómo la estará pasando? ¿Habrá hallado un hogar? ¿Dónde estará? Me contaron que cada noche busca un refugio, a veces lo encuentra en un parque cercano, en las bancas de la estación, en las puertas de un mercado y en casas deshabitadas.
Su vicio es el cigarro, busca fumar un poco todos los días. Al inhalar el humo respira profundamente y cierra los ojos, después de unas caladas tiene un rostro diferente. Me recuerda a un animal herido que ha pasado demasiado ante el mundo y que ya no confía en nada. Eso es el loco Henry para mí, un oso panda herido y vagabundo.
Recuerdo el día en que le hablé, me acerqué con miedo y pronuncié un tímido “Hola”. Me miró con indiferencia, analizándome queriendo saber la razón del porque había interrumpido su profunda meditación. Sin saber que hacer le extendí un sol y para mi sorpresa lo aceptó de inmediato. De repente comenzó a hablarme mas no logré entenderlo. Balbuceaba palabras sin sentido, me señalaba el horizonte y me contaba lo que le había pasado.
Solo eran sonidos, palabras extrañas, es su propio lenguaje. Le sonrío y meneo la cabeza en aceptación haciéndole saber que todo está bien. De repente cambia su rostro, y se para.
Solo eran sonidos, palabras extrañas, es su propio lenguaje. Le sonrío y meneo la cabeza en aceptación haciéndole saber que todo está bien. De repente cambia su rostro, y se para.
Mira hacia atrás y hacia adelante y se va, olvida nuestra corta conversación, que quise ser su amiga y camina sin despedirse. Desde el paradero lo veo alejarse a él y a su perrito, con mil preguntas en mi cabeza, preguntas que quizá nunca tendrán respuesta.
"Hundirse en la locura no es una fatalidad, quizás es, también, una elección"
-Anne Sophie Brasme