"Yo habría dado todo por ella. Yo lo habría dado todo por una sonrisa suya."
Tome su fría mano y seguí corriendo como lo habíamos hecho siempre. Cada vez ellos estaban más cerca, podía escuchar los gritos de desesperación de la gente que habíamos dejado atrás. Escuché que ella gritó mi nombre, me decía que nos entreguemos. La miré, ella estaba cansada de huir, de ocultarnos todo el tiempo al igual que yo.
Le dije que no se dé por vencida, que saldríamos de allí. Cuando de repente lo sentí, algo traspasó mi corazón y ví como mi camisa empezaba a mojarse por la sangre. Lo primero que sentí fue una brisa fría que llegaba a mis huesos y luego llegó la oscuridad. Escuché sus gritos y sentí sus brazos tratando de cogerme, de levantarme. Me movía y sacudía con todas sus fuerzas mas no podía reaccionar, estaba muriendo. Le dije que huyera, que siguiera corriendo pero no lo hizo, no me podía escuchar. Insistía en moverme y llevarme hacia un lugar seguro pero no podía hacerlo, lo sabíamos los dos, entonces solo me abrazó.
Yo habría dado todo por ella. Le habría dado una vida llena de amor, y en estos momentos bajo la oscuridad que nublaba mis ojos solo tenía un último favor, poderla ver una vez más. Quería ver su rostro, sus ojos, sus labios... su sonrisa. Y como si Dios me hubiera escuchado pude abrir mis ojos. Vi el cielo gris y las copas de los arboles, estaba comenzando a nevar. Sobre su cabeza caían pequeños copos de nieve haciéndola ver como un ángel. Me miro con esos hermosos ojos negros que destilaban amor en lágrimas. Era un golpe al corazón sentir su sufrimiento, su dolor. Quise decirle que todo estaría bien pero no pude mi garganta estaba seca, ya no podía decir más palabras. Ella se limpió con una mano sus lágrimas rebeldes, y asintió, entendiendo. Se acercó a mi frente y la beso.
Yo habría dado todo por ella. Le pertenecía, la amaba más que a mi vida.
Yo con gusto daría mi vida por ella.
Y entonces ella sonrió.